martes, 27 de junio de 2017

En mi nuevo libro CUENTOS DE LA OSCURIDAD


Esta es una historia cuya acción transcurre entre marzo y octubre de 1976. En ella se narran los diálogos entre el general Videla y su confesor, el sacerdote jesuita Bernardo Montesini, y entre éste y su superior, el padre Jorge
Mario Bergoglio durante los primeros meses del gobierno militar. Se describen sucesos históricos por todos conocidos, pero sólo como marco para analizar los misterios del alma humana en sus rincones más oscuros y desconocidos. Hago la advertencia de que es un texto por momentos desgarrador, cuya lectura puede movilizar rechazos, despertar intolerancias y lastimar la sensibilidad de algunos
lectores. Como toda obra literaria, no tiene la intención de moralizar ni de convencer a nadie de nada. Solamente hacer reflexionar sobre una tragedia que todos vivimos y sobre la que quizás nunca nos pondremos de acuerdo.
Este cuento integra mi nuevo libro “Cuentos de la oscuridad”.

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jueves, 2 de marzo de 2017

Un liberal en las redes sociales



"Ser de la izquierda es como ser de la derecha, 
una de las infinitas maneras que el hombre puede
elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto,
 son formas de la hemiplejia moral." José Ortega y Gasset


Después de algunas ingratas experiencias en las redes sociales, me había propuesto depurar mi lista de más de más de mil doscientos “amigos” en Facebook, la mayoría desconocidos que algún día solicitaron mi amistad. Con el tiempo comprobé que de esos mil doscientos, alrededor de mil nunca se interesaron en mis ideas ni en mi actividad literaria. ¿Por qué me solicitaron entonces? No fue el liberalismo, fue el espanto: el  vendaval kirchnerista nos amontonó a todos en la misma vereda.


Entonces, mientras me abría paso entre esa muchedumbre, me fui encontrando sorpresivamente con apologías de la dictadura, alabanzas insólitas de personajes como Videla o Seineldin y hasta críticas ofensivas hacia a la Iglesia católica, todo muy raro, porque yo creía ingenuamente que compartíamos por lo menos ciertos principios republicanos. En los casos más extremos eliminé directamente a esos delirantes irrespetuosos, en otros, fueron ellos los que me suprimieron a mí, escandalizados seguramente por algo que escribí. Y en muchísimas ocasiones, cuando intervine amigablemente en algún muro “amigo” con una opinión disidente, recibí maltrato y hasta insultos increíbles.



Cansado de perder mi valioso y escaso tiempo y de soportar tantas faltas de respeto, decidí hacer una borratina masiva. Pero, ¿a quiénes borrar sin equivocarme y ser injusto? No eran ideas lo que me proponía eliminar sino conductas. Conductas  fastidiosas, nerviosas, mediocres, insoportables. Yo respeto todos los pensamientos, y hasta intento aceptar a los más extremistas, siempre que no pregonen la violencia, pero en una red social, igual que en la vida real, todos tenemos la libertad de elegir a nuestros amigos. Dicho de otra manera: si como liberal debo respetar al trotskista, al maoísta y al nacionalista ultramontano, como persona libre tengo todo el derecho de apartarme de ellos.



Pero como no quería ofender a nadie, propuse ser borrado yo por aquellos “amigos” que sintieran que había un abismo de incompatibilidades entre mis pensamientos y los de ellos.


Para eso debía exponer claramente mis ideas sobre algunos temas de mucha sensibilidad y decirles: "Así pienso yo, si no me aceptan denme el raje". Y escribí un post esquemático pero muy explícito en Facebook sobre esos pensamientos. Resultó una buena experiencia, un certero desafío: tuve muchísimos apoyos, claros, explícitos, contundentes; sugestivos silencios, que aun no he evaluado; y las impulsivas borradas de muchos otros, tal como yo lo pedía. Hubo casos especiales: algunos amigos a quienes conozco personalmente y que con los años han involucionado misteriosamente en su manera de pensar el liberalismo hasta transformarlo en una caricatura, no han respondido. Lo estarán pensando. No descarto haberlos ayudado a reflexionar. El tiempo dirá. ¡Bancátelos a todos, Enrique!”, me escribió alguien. Sabio consejo que voy a tener en cuenta. Sólo iré suprimiendo gradualmente a los agresivos, a los intolerantes y a los muy extremistas. No lo haré con aquellos que piensan diferente pero que son respetuosos de la diversidad y de las opiniones ajenas. Ellos, si así lo desean, seguirán siendo mis amigos. ¿Los otros? adiós, que te vaya bien.

A continuación, la lista de pensamientos sobre esos temas sensibles que he decidido exponer también en este blog panfletario.

Soy liberal y católico, no soy de derecha, no soy nacionalista
. Un liberal no es de izquierda ni de derecha. La izquierda y la derecha son anacronismos con olor a naftalina. En rigor, sólo hay dos sistemas sobre los cuales es posible organizar la sociedad: el socialismo o el liberalismo (las demás son formas híbridas que contienen una mezcla de ambos, en distintas proporciones: así es, por ejemplo, el gobierno actual de “Cambiemos” en el plano económico, aunque con cierta tímida tendencia hacia una economía de mercado mejor definida). Por su parte el socialismo (a veces llamado populismo, otras, peronismo, progresismo, chavismo, comunismo, nazismo, etc.), pude ser tanto de izquierda como de derecha. El nacionalismo no es sino un socialismo de derecha; más que una ideología es un sentimiento primitivo y pasional, arrebatador de lágrimas y tambores redoblantes. Conduce a la xenofobia, a la intolerancia racial y religiosa y al proteccionismo económico. El nacionalismo se funda en la convicción de que la patria propia es mejor patria, más grande y más justa que la patria de los otros, sofisma que bajo ciertas condiciones sociales y políticas termina inexorablemente en guerras contra hermanos de otras patrias.
   
Soy liberal, pero un liberal cultural
, que cree que se puede discutir y revisar toda la doctrina del liberalismo, con excepción de tres de sus postulados epistemológicamente irrebatibles: El primer axioma de la praxeología; la teoría subjetiva del valor; y la interdependencia de los fenómenos del mercado. Todo lo demás es materia opinable que puede debatirse libremente, pero siempre con espíritu amigable y abierto. Detesto el absolutismo liberal que recurre al “liberalómetro” ante el menor cuestionamiento de algún dogma “sagrado".

·       No creo que las únicas funciones del Estado sean la seguridad, la Justicia y la Defensa.  Ese dogma, inamovible desde el siglo XIX, debe ser replanteado pensando en el liberalismo posible para el siglo XXI..
        
Creo en la educación elemental pública, obligatoria, laica y costeada por toda la comunidad (advertirán que no dije “gratuita”). La escuela estatal debe competir con la escuela privada y ambas constituirse en alternativas de calidad para que la sociedad elija libremente dónde educar a sus hijos.     


La institución universal de los derechos humanos es obra del liberalismo,
y es a través de ese claro cristal que debemos analizar lo que nos ocurrió a los argentinos en los años setentas. Los militares y civiles que en la represión antisubversiva iniciada en 1975 (bajo el gobierno de Isabel Perón), cometieron delitos de lesa humanidad, deben pagar sus crímenes de acuerdo con la ley, aunque se llegue tardíamente, como es el caso de Milani o de la CNU de Mar del Plata. No los defendamos porque no fueron héroes, fueron criminales. Pero también incluyo entre los delitos de lesa humanidad a los secuestros, atentados y asesinatos perpetrados por las bandas terroristas, algunas llamadas por Perón “formaciones especiales”, (Perón les escribió a los Montoneros
Carta de Perón a los Montoneros
cuando asesinaron al general Aramburu: “Encomió todo lo actuado, compañeros”). Casi todas estas bandas armadas fueron luego comandadas desde Cuba por Fidel Castro en su intento demencial de exportar “la revolución” a toda América. 

Estoy a favor del matrimonio igualitario. Respeto a los homosexuales y transexuales porque son seres humanos como yo, con derecho a su identidad de género y a vivir conforme sus inclinaciones personalísimas. Puedo ser amigo de un homosexual, pero no puedo serlo de un homofóbico porque la homofobia es por definición intolerancia y violencia. 

        Rechazo el aborto porque es matar a una criatura indefensa, aunque no juzgo a la mujer desesperada que recurre a esa terrible solución ante un embarazo no deseado. 

Repudio a la pedofilia porque es un ultraje horrendo a la niñez y una afrenta gravísima a la condición humana. Es el único pecado que, según el Evangelio, Dios no perdonará jamás (clic). (Trascendió recientemente que el papa Francisco estaría evaluando reducirles el castigo canónico aplicado a cientos de curas pedófilos. El sabio papa anterior, Benedicto XVI, les había negado toda clemencia durante su corto y lúcido pontificado)


Repudio el maltrato a las mujeres
. Me declaro feminista si por “feminismo” se entiende no una forma de sexismo opuesta al machismo sino la búsqueda de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.
                                 


Esta es mi manera de pensar, puedo estar equivocado y tal vez con el tiempo me rectifique en algunos puntos. Podemos convivir pensando distinto, sin embargo hay personas que no son capaces de soportar las ideas que he expuesto. A ellas les pido que por favor me borren de las redes sociales (facebook, Twitter y G+, que son las únicas que conservo), que dejen de visitar este blog y mi sitio oficial, y que me hagan saber que desean ser borrados de mis contactos de correo electrónico. Y todos contentos. Les prometo que no habrá penas ni olvidos. A los demás, aunque no piensen como yo, si aceptan el intercambio civilizado y amable de ideas y opiniones diversas, mi respeto y mi sincera amistad.

La experiencia en las redes sociales no tiene por qué ser traumática, al contrario, debe resultar intelectualmente enriquecedora, un foro de intercambio de ideas y conocimientos. Pero debemos trazarnos un plan para manejarlas, decidir el tiempo diario que le habremos de dedicar, y asegurarnos que no se convertirá en una plataforma de conflictos y disgustos diarios.

Enrique Arenz
Marzo de 2017
(Se permite su reproducción. Se ruega citar este blog)