martes, 25 de julio de 2023

Libros digitales para bajar gratuitamente

NUEVE LIBROS DE ENRIQUE ARENZ

Ahora son nueve (9) los libros que ya están disponibles en formato PDF para ser descargados gratuitamente en un E-book, tableta, disco rígido o cualquier otro sistema de almacenamiento. Se trata de dos ensayos, dos novelas y tres libros de cuentos. Son los siguientes:



Libertad: un sistema de fronteras móviles Ensayo sobre la doctrina liberal. Este libro fue editado en 1986 y actualmente se halla agotado. Describe los fundamentos de la economía de mercado y expone minuciosamente la moderna teoría subjetiva del valor. Cuenta con una vasta bibliografía.




El error de los intelectuales
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Ensayo sobre el "síndrome izquierdoso", el mito del "neoliberalismo", la incultura como proyecto nacional, el deber moral de acabar con la pobreza, y las utopías de la Iglesia en materia económica.
Marplateros
Novela de autoficción. Escrita en tono coloquial, cruda y provocadora, todo lo narrado es verdad, con excepción de los embustes.









Las mandrágoras han dado olor
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Novela de la era "menemista".Esta novela les puede deparar alguna sorpresa. Fue escrita durante 1989 y están reflejados todos los acontecimientos políticos que se produjeron en ese año caracterizado por el intento de Menem de conseguir una segunda reelección. Contiene fuerte erotismo y cuestionamientos teológicos.



La pensionista
(cuentos)Son en total ocho historias unidas sutilmente por una temática similar en la que predominan fuertes componentes psicológicos encadenados a situaciones fronterizas entre la realidad y la exaltación fantástica, y en donde lo no dicho es más importante que lo que se lee. 

Cada uno de estos relatos contiene los elementos que la crítica atribuye a los ejemplos clásicos del género: Intensidad, predominio narrativo y finales inesperados. Sin embargo, pese a sus estructuras clásicas, los dos últimos cuentos de la serie: "Una ilusión de ultratumba" y "La mujer de los ojos tornadizos", son experimentales y han sido diseñados como cuentos dentro de otros cuentos (el autor emplea, incluso, el recurso de la diferenciación tipográfica) con un efecto estético de polifonía narrativa, que lleva al lector de sorpresa en sorpresa, lo atrapa, lo desorienta y lo conduce hasta un presentido desenlace que se insinúa pero que se desdice y contradice al mismo tiempo. Estas nebulosidades están siempre a un paso de los delirios y sobreexcitaciones desbordadas que el lector quiere y no quiere trasponer.


No confíes en tu biblioteca
(Cuentos)

Se trata de un libro de cuentos cuyo título encierra el enigma del primero de ellos: No confíes en tu biblioteca. El autor los denominó “Cuentos en poliedro”, y explica por qué en su prólogo: “Poliedro es un cuerpo sólido terminado en muchas caras. Una imagen aceptable, creo, para explicar un libro que asocia formas narrativas tan disímiles como el cuento fantástico, la ciencia ficción y la novela infantil.



Historias de Tierra Santa 
(Cuentos)


Un judío erudito del siglo I, profundo estudioso de la filosofía y las ciencias de Grecia y Egipto intenta salvar a Jesús de morir en la cruz. No creé que sea el Mesías, pero admira y respeta a ese hombre extraordinario amado y seguido por multitudes de enfermos y desheredados. Cuando Jesús es arrestado intercede ante el propio Pilatos y llega a poner en marcha un audaz plan de rescate que logra inicialmente su objetivo, aunque algo inexplicable sucede finalmente.
A un cura franciscano joven le diagnostican una enfermedad terminal. Pide ser trasladado a Tierra Santa para pasar allí sus últimos días. Está tan abatido que comienza a perder la fe. Se siente solo y desamparado. Pero en una de las misas que oficia en Nazaret suena sorpresivamente su propio celular…
Una estudiante judía es violada en Tel Aviv y queda embarazada. Una congregación de monjas católicas la asiste para que no interrumpa el embarazo. Nace un niño que es dado en adopción sin que su madre lo vea. La joven se reintegra a su vida normal. Pasan más de veinte años y un día el hijo al que no quiso abortar se presenta ante ella. Se muestra afectuoso y agradecido. Ella lo recibe emocionada. Pero las cosas toman un giro inesperado.
Un profesor argentino, investigador de Historia religiosa, quiere averiguar si es verdad, como dice una leyenda, que Adolfo Hitler se confesó con un sacerdote católico antes de suicidarse. Va primero a Israel y después a Roma para reunir pruebas sobre ese acontecimiento histórico jamás demostrado. Mientras sigue con ansiedad una pista que lo va llevando a un gran descubrimiento, se espanta al verse a sí mismo capaz de cualquier indignidad con tal de obtener lo que apasionadamente se propone. Logra apoderarse de un documento único: un cuaderno manuscrito en el que el supuesto confesor escribió detalladamente la confesión de Hitler. Pero hay fuerzas oscuras que se movilizan detrás de ese cuaderno y el investigador debe afrontar graves riesgos y consecuencias. Finalmente, el azar y su tenacidad lo conducen a un sorprendente y terrible descubrimiento.

Estos son algunos de los temas desarrollados en forma de narraciones en este volumen. Dos de los cuentos están ambientados en la época de Cristo; los otros transcurren en la actualidad. Dos cuentos son largos, los otros, cortos. Todos están relacionados con el cristianismo, la fe y la condición humanas, tan propensa a las debilidades y contradicciones.

Cuentos de la oscuridad
(cuentos) El cura y el general (Secretos de confesión),
el extenso cuento principal, tiene como protagonistas al sacerdote jesuita Bernardo Montesini y a quien era su superior en 1976, el padre Jorge Bergoglio. Montesini ha sido designado confesor personal del general Videla poco antes del golpe del 24 de marzo de 1976, y la historia se desarrolla durante los primeros seis meses de esa dictadura. El dilema del confesor es absolver a Videla. Él lo ve como un católico sincero, un buen padre de familia, una persona normal a quien no se le conocen ambiciones políticas y nunca tuvo delirios mesiánicos ni rasgos psicopáticos. ¿Qué lo llevó entonces a comandar una estructura estatal militar que secuestró, torturó y asesinó premeditadamente a miles de argentinos? El cura Montesini, cuarenta años después de la tragedia, intenta responder esta pregunta que lo atormentó siempre. El final es inesperado y plantea una paradoja estremecedora.

Para matar se necesita un buen plan
Trilogía de Facundo Lorences en la cual se incluyen tres novelas policiales protagonizadas por este abogado penalista que ha logrado esclarecer crímenes enigmáticos en apariencia imposibles de resolver. Las tres novelas se titulan: El enigma del hotel Hyspania, La carpeta del señor Murga y Organización Albatros. Sólo la primera fue editada en papel, las otras dos se incluyen en esta antología sólo en edición digital.


 

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sábado, 8 de julio de 2023

EL CASO FRANCO RINALDI, LA CULTURA DE LA CANCELACIÓN Y LA HERENCIA PERONISTA

Por Enrique Arenz

 

La defensa de los derechos humanos y de las minorías han sido dos de las banderas más nobles del liberalismo desde su génesis en el siglo XVIII.

Pero ocurrió algo impensado desde finales del siglo XX: pequeños colectivos de individuos muy radicalizados: homosexuales, transexuales, personas no binarias o similares, feminazis, abortistas, ambientalistas extremos, veganos, antivacunas y otros, se instalaron en el mundo occidental con la fuerza y el poder propios de las mayorías rígidas de otros tiempos. Y esos colectivos parecen dispuestos a imponerles, a las mayorías flexibles de hoy, ideologismos y reglas de conducta obligatorias bajo amenaza de cancelación, lo que reduce a esas mayorías a la condición de las indefensas minorías «preliberales».

La política en general, los medios de comunicación y los ámbitos culturales y artísticos apoyan a esas minorías curiosamente «empoderadas», como se dice ahora.

Hoy esas minorías hasta te reescriben textos de escritores clásicos, y las grandes editoriales los aceptan sin chistar. Cuentos para niños son modificados y en el mundo se exige el retiro de determinados libros de las bibliotecas públicas, lo que es equivalente a la quema de libros de otras épocas. Todavía no se metieron con el «Informe sobre ciegos» de Ernesto Sábato, pero podríamos afirmar que hoy el autor de Sobre héroes y tumbas no podría escribir esa atrapante ficción que pone a los ciegos porteños como tenebrosos miembros de una oscura secta que pulula en la red de cloacas de Buenos Aires.

En el 50 aniversario de la muerte de Pablo Picasso, se da la discusión de reducir la proporción de sus obras exhibidas en los museos porque el artista habría sido un misógino y un mal padre que abandonó a sus hijos. En Estados Unidos, una profesora fue obligada a renunciar por enseñar el David de Miguel Ángel a sus alumnos de 11 y 12 años. Este caso de censura tuvo al menos una compensación: en Florencia premiaron a esta docente por haber dado esa clase.

El escritor argentino Martín Caparrós, residente en España, acaba de insultar a los españoles proponiéndoles, en pleno Congreso de la Lengua, que el idioma español deje de llamarse con el nombre de los conquistadores coloniales, y propuso denominarlo «Ñamericano».

Algo parecido ocurre con el llamado «lenguaje inclusivo». Una minoría de intelectuales y políticos de izquierda atropella los derechos de una mayoría sensata que no quiere perder el tiempo discutiendo estupideces, y trata de imponer un lenguaje machacón, reiterativo, despilfarrador de palabras innecesarias y propiciador de la oscuridad lingüística que estropea nuestro bello idioma. Por ahora sólo lo utilizan los gobiernos socialdemócratas, en particular el socialismo que gobierna España, además de nuestro kirchnerismo que ha copiado todo lo malo y vituperable del mundo moderno.

Según nuestro último censo, los no binarios o aquellos que no se autoperciben según su sexo biológico son una ínfima minoría, 8.293 personas, el 0,12 por ciento de la población. Y sin embargo se han dictado leyes absurdas para facilitar la modificación de documentos de identidad, los cambios de nombres y sexo, simplicidad y notable rapidez en estos trámites, etc. (acá y en todo el mundo occidental). Y que no se nos ocurra criticar estos intocables "derechos" porque hasta te pueden demandar judicialmente.

En Bariloche, un hombre acusado de asesinar a su pareja declaró autopercibirse mujer para evitar una condena por femicidio. Y parece que el tribunal lo ha aceptado al cambiar la calificación de femicidio por la de homicidio doblemente calificado, que tiene la misma pena que el femicidio, pero evita que el juez y el fiscal tengan problemas por desconocer un derecho humano tan importante.

No se tolera ni siquiera una expresión humorística que tome para la chanza a algún colectivo. Por ejemplo, los cuentos machistas, que siempre divirtieron por igual a hombres y mujeres; o alguna humorada que se refiera a la homosexualidad en tono de broma inocente. ¿Acaso los homosexuales no se ríen sanamente de ellos mismos? Se suelen ensañar con aquellos que ellos llaman «los mariquitas», porque desdeñan el amaneramiento en el comportamiento de cualquier homosexual.

Los mejores cuentos de judíos han sido creados y difundidos por artistas y humoristas judíos, y es sabido que los sacerdotes suelen divertirse contándose entre ellos cuentos de curas.

Analicemos ahora lo que le sucedió a Franco Rinaldi, candidato a primer legislador porteño en la lista de Jorge Macri. Alguien encontró unos viejos videos humorísticos en los que Rinaldi se burló de un periodista que admitió su homosexualidad en un programa de televisión, dándole a esta confesión el carácter excesivo de una primicia. «¿Qué primicia? Si hace veinte años que sabemos que te hierve la cola», dijo Rinaldi muerto de risa.

¿A alguien sensato le puede parecer que esta frase es discriminatoria? ¿Es acaso homofóbica? Podrá no ser de buen gusto, lo admito, pero en el contexto en que fue pronunciada no puede considerársela ni discriminatoria, ni ofensiva ni homofóbica. La burla estuvo más bien dirigida a la actitud de llamar "primicia" a una confesión personal tan irrelevante, y no a la condición sexual del periodista. En ese sentido, la chacota de Rinaldi fue bastante ingeniosa, aunque, repito, a mí no me parece de buen gusto.

En esos videos Rinaldi dice otras cosas qué sí son serias y reprochables, referidas a las villas de emergencia y a sus habitantes. Tal vez en esto se extralimitó, no porque no tenga derecho a decir libremente lo que dijo, sino porque alguien que habla así de los indigentes, aunque sea en broma, no es el mejor ejemplo para ser un legislador porteño. Pero la corporación periodística sólo salió en defensa del colega afectado y repudió ese video como homofóbico y discriminatorio.

Los radicales de Loustau, con oportunismo electoralista, salieron enseguida a cancelar a Franco Rinaldi. Exigieron que se lo excluya de la lista de candidatos bajo la amenaza de denunciarlo ante la Justicia si no lo hace. Es decir, los democráticos radicales de Lousteau, el autor de la 125, le niegan a Franco Rinaldi su derecho de expresar libremente su humorismo picante, a pesar de que éste ya pidió disculpas y aclaró que no tuvo la menor intención de discriminar ni ofender a nadie.

Vayamos a otro colectivo de la Argentina (y ahora voy a revolver el avispero): nosotros, los liberales. Dentro del grupo de liberales clásicos de la Argentina ha aparecido un subgrupo que se autodenomina «libertario», cuya ideología oculta es el "anarcocapitalismo" diseñado por el economista austríaco Murray Rothbard. Curiosamente su conductor ha logrado la adhesión de cientos de miles de jóvenes enojados que no son liberales y no lo serán nunca. (Pensemos que 4 de cada 6 jóvenes de este tiempo no comprenden los textos al salir de la escuela, ¿cómo podrían aprender en tan poco tiempo una doctrina avanzada como lo es el liberalismo?)

Pero los adherentes a esta corriente no son sólo jóvenes enojados. También muchos intelectuales del liberalismo clásico se han pasado a ella. Algunos muy importantes y de vasta trayectoria intelectual.

Pero nosotros, los liberales clásicos que no sucumbimos a la seducción de ningún líder mesiánico, ni, mucho menos, vamos calladitos detrás de algún león que guía a su manada con rugidos destemplados, seguimos siendo los mismos, un grupo muy importante de personas equilibradas que actúa con respeto y tolerancia hacia las ideas de los demás, que predica una cultura de la convivencia pacífica y del intercambio libre de pensamientos diversos, antes que una ideología política o económica.

En cambio, ese subgrupo libertario surgido dentro de la minoría liberal clásica, es implacable con quienes nos atrevemos, por ejemplo, a discutirlo a su histriónico líder cuando rechazamos sus propuestas, como dolarizar la economía, cerrar el Banco Central, y propiciar la libre portación de armas, por mencionar algunas y no las más vituperables; o cuando simplemente profetizamos con sentido común que dicho líder nunca podrá llegar a la segunda vuelta electoral, y que a lo sumo, le hará perder las elecciones a la principal fuerza opositora del peronismo y logrará, al fragmentar el voto opositor, que su amigo Sergio Massa (y su financista, según denuncian algunos) logre ser electo como el próximo presidente de la Argentina. 

No conciben que alguien opine de esa manera y enseguida recurren al insulto y al maltrato. A Roberto Cachanosky, un prestigioso economista liberal que siempre tuvo una lúcida posición con respecto a la doctrina liberal que divulgó incansablemente durante toda su vida, le han dicho viejo, antiguo, desinformado, retrógrado, fracasado, buscador de un carguito, y otras cosas peores que sólo desnudan a quienes las pronunciaron.

Los seducidos mansos liberales de otros tiempos aprendieron a insultar de su líder, que es un eximio insultador, tanto de «zurdos de mierda» como de liberales clásicos cavernícolas, en lugar de exigirle a ese líder conducta y ética liberal, como debe hacerlo toda persona culta cuando un dirigente que pretende guiarla adopta comportamientos indignos.

Yo tengo una teoría para explicar este fenómeno nuevo en nuestro país: Creo que el peronismo dejó sus genes en toda la población de la Argentina. Nadie se salva de llevar algo peronista en sus neurotransmisores. Ni los militares se salvaron: los generales golpistas soñaban con parecerse a Perón. Los radicales, que fueron muy antiperonistas y hasta participaron de la Revolución Libertadora para voltear a Perón, cuando les tocó ser convencionales constituyentes en la reforma de 1957 demostraron estar colonizados de peronismo (ya en ese tiempo) al incorporar el artículo 14º (Bis) en nuestra Constitución, dislate del que nunca se arrepintieron; como no se arrepintieron de pertenecer a la Internacional Socialista, donde los afilió Alfonsín.

Los libertarios también parecen haber heredado ese gen peronista, pero a ellos les tocó una variante más agresiva, la más autoritaria de todas, que viene bajando desde el propio Perón, el dictador que nunca respetó la democracia ni la libertad de expresión, y que odiaba tanto al periodismo independiente que hasta llegó a confiscar el diario La Prensa para entregárselo a la CGT. ¿No se muestran parecidos los líderes libertarios cuando demandan judicialmente a los periodistas que los critican?

Se recuerda cada tanto que Perón intervino las pocas provincias donde el Justicialismo perdió. Pero suele olvidarse que siempre nombró con su dedo a los candidatos que iban en las listas de todas las jurisdicciones. Lo único que no sabemos es si Perón vendía esas candidaturas en su propio beneficio, aunque posiblemente «el primer trabajador» nunca llegó tan lejos.

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