Hacer clic en la siguiente dirección.
martes, 25 de junio de 2019
sábado, 8 de septiembre de 2018
Mi nuevo libro, una novela policial
Se trata de una novela policial escrita al estilo clásico, también denominado "novela problema", aunque con elementos no habituales en el género.
Una mujer es brutalmente asesinada en la habitación de un hotel barato de la avenida de Mayo. El investigador es un abogado penalista que trata de ayudar a un joven amigo que se ha viso imprevistamente involucrado en ese hecho.
Una mujer es brutalmente asesinada en la habitación de un hotel barato de la avenida de Mayo. El investigador es un abogado penalista que trata de ayudar a un joven amigo que se ha viso imprevistamente involucrado en ese hecho.
Continuar leyendo le reseña haciendo clic aquí
jueves, 19 de abril de 2018
Amílcar, el niño que no pudo nacer
Juanita no era creyente pero siempre respetó el fervoroso catolicismo de Fernando. Cuando planearon no tener hijos en los primeros años del matrimonio, ella consintió el método anticonceptivo de los ritmos, que es el único que autoriza la Iglesia.
Le resultó fascinante: durante los ciclos fértiles, la abstinencia era imperativa, entonces el deseo se acumulaba en noches ardorosas de mimos y sutiles toqueteos. Si en los últimos días del ciclo, que eran los más difíciles, alguna caricia masculina se prolongaba demasiado en la humedad anhelosa, Juanita comenzaba a sentir la escalada de un espasmo catequísticamente prohibido. Entonces ella ocultaba toda expresión delatora para que su marido no fuera a interrumpirle el placentero desahogo. Después lo abrazaba jadeante y le decía burlona al oído: No te culpes, volví a engañarte.
Hacer clic aquí para seguir leyendo el cuento
martes, 27 de junio de 2017
En mi nuevo libro CUENTOS DE LA OSCURIDAD
Esta es una historia
cuya acción transcurre entre marzo y octubre de 1976. En ella se narran
los diálogos entre el general Videla y su confesor, el sacerdote
jesuita Bernardo Montesini, y entre éste y su superior, el padre Jorge
Mario Bergoglio durante los primeros meses del gobierno militar. Se
describen sucesos históricos por todos conocidos, pero sólo como marco
para analizar los misterios del alma humana en sus rincones más oscuros y
desconocidos. Hago la advertencia de que es un texto por momentos
desgarrador, cuya lectura puede movilizar rechazos, despertar
intolerancias y lastimar la sensibilidad de algunos
lectores. Como
toda obra literaria, no tiene la intención de moralizar ni de convencer
a nadie de nada. Solamente hacer reflexionar sobre una tragedia que
todos vivimos y sobre la que quizás nunca nos pondremos de acuerdo.
Este cuento integra mi nuevo
libro “Cuentos de la oscuridad”.
Hacer clic aquí para leer la reseña y
bajar el libro gratuitamente en formato PDF
jueves, 2 de marzo de 2017
Un liberal en las redes sociales
"Ser de la izquierda es como ser de la derecha,
una
de las infinitas maneras que el hombre puede
elegir para ser un imbécil: ambas,
en efecto,
son formas de la hemiplejia moral." José Ortega y Gasset
Después
de algunas ingratas experiencias en las redes sociales, me había propuesto
depurar mi lista de más de más de mil doscientos “amigos” en Facebook, la mayoría
desconocidos que algún día solicitaron mi amistad. Con el tiempo comprobé que
de esos mil doscientos, alrededor de mil nunca se interesaron en mis ideas ni en mi
actividad literaria. ¿Por qué me solicitaron entonces? No fue el liberalismo, fue el espanto: el vendaval
kirchnerista nos amontonó a todos en la misma vereda.
Entonces, mientras me abría paso entre esa muchedumbre, me
fui encontrando sorpresivamente con apologías de la dictadura, alabanzas insólitas de
personajes como Videla o Seineldin y hasta críticas ofensivas hacia a la Iglesia católica, todo muy raro, porque yo creía ingenuamente
que compartíamos por lo menos ciertos principios republicanos.
En los casos más extremos eliminé directamente a esos delirantes irrespetuosos, en otros, fueron
ellos los que me suprimieron a mí, escandalizados seguramente por algo que escribí. Y en muchísimas
ocasiones, cuando intervine amigablemente en algún muro “amigo” con una opinión
disidente, recibí maltrato y hasta insultos increíbles.
Cansado
de perder mi valioso y escaso tiempo y de soportar tantas faltas de respeto, decidí hacer una borratina
masiva. Pero, ¿a quiénes borrar sin equivocarme y ser injusto? No eran ideas lo que me
proponía eliminar sino conductas. Conductas fastidiosas, nerviosas, mediocres, insoportables. Yo respeto todos los pensamientos, y hasta intento aceptar a
los más extremistas, siempre que no pregonen la violencia, pero en una red
social, igual que en la vida real, todos tenemos la libertad de elegir a
nuestros amigos. Dicho de otra manera: si como liberal debo respetar al trotskista, al maoísta y al nacionalista ultramontano,
como persona libre tengo todo el derecho de apartarme de ellos.
Pero como
no quería ofender a nadie, propuse ser borrado yo por aquellos “amigos” que
sintieran que había un abismo de incompatibilidades entre mis pensamientos y
los de ellos.
Para eso
debía exponer claramente mis ideas sobre algunos temas de mucha sensibilidad y decirles: "Así pienso yo, si no me aceptan denme el raje". Y escribí
un post esquemático pero muy explícito en Facebook sobre esos pensamientos. Resultó una buena experiencia, un certero desafío: tuve muchísimos apoyos, claros, explícitos, contundentes; sugestivos silencios, que aun no he evaluado; y las impulsivas borradas de muchos otros, tal como yo lo pedía. Hubo casos especiales: algunos amigos a quienes conozco personalmente
y que con los años han involucionado misteriosamente en su manera de pensar el
liberalismo hasta transformarlo en una caricatura, no han respondido. Lo estarán pensando. No descarto haberlos ayudado a reflexionar. El tiempo dirá.
“¡Bancátelos a todos, Enrique!”, me escribió alguien. Sabio consejo que voy a tener en cuenta. Sólo iré suprimiendo gradualmente a los agresivos, a los intolerantes y a los muy
extremistas. No lo haré con aquellos que piensan diferente pero que son respetuosos de la diversidad y
de las opiniones ajenas. Ellos, si así lo desean, seguirán siendo mis amigos. ¿Los otros? adiós, que te
vaya bien.
A
continuación, la lista de pensamientos sobre esos temas sensibles que he decidido exponer
también en este blog panfletario.
Soy liberal y católico, no soy de derecha, no soy nacionalista. Un liberal no es de izquierda ni de derecha. La izquierda y la derecha son anacronismos con olor a naftalina. En rigor, sólo hay dos sistemas sobre los cuales es posible organizar la sociedad: el socialismo o el liberalismo (las demás son formas híbridas que contienen una mezcla de ambos, en distintas proporciones: así es, por ejemplo, el gobierno actual de “Cambiemos” en el plano económico, aunque con cierta tímida tendencia hacia una economía de mercado mejor definida). Por su parte el socialismo (a veces llamado populismo, otras, peronismo, progresismo, chavismo, comunismo, nazismo, etc.), pude ser tanto de izquierda como de derecha. El nacionalismo no es sino un socialismo de derecha; más que una ideología es un sentimiento primitivo y pasional, arrebatador de lágrimas y tambores redoblantes. Conduce a la xenofobia, a la intolerancia racial y religiosa y al proteccionismo económico. El nacionalismo se funda en la convicción de que la patria propia es mejor patria, más grande y más justa que la patria de los otros, sofisma que bajo ciertas condiciones sociales y políticas termina inexorablemente en guerras contra hermanos de otras patrias.
Soy liberal, pero un liberal cultural, que cree que se puede discutir y revisar toda la doctrina del liberalismo, con excepción de tres de sus postulados epistemológicamente irrebatibles: El primer axioma de la praxeología; la teoría subjetiva del valor; y la interdependencia de los fenómenos del mercado. Todo lo demás es materia opinable que puede debatirse libremente, pero siempre con espíritu amigable y abierto. Detesto el absolutismo liberal que recurre al “liberalómetro” ante el menor cuestionamiento de algún dogma “sagrado".
Soy liberal y católico, no soy de derecha, no soy nacionalista. Un liberal no es de izquierda ni de derecha. La izquierda y la derecha son anacronismos con olor a naftalina. En rigor, sólo hay dos sistemas sobre los cuales es posible organizar la sociedad: el socialismo o el liberalismo (las demás son formas híbridas que contienen una mezcla de ambos, en distintas proporciones: así es, por ejemplo, el gobierno actual de “Cambiemos” en el plano económico, aunque con cierta tímida tendencia hacia una economía de mercado mejor definida). Por su parte el socialismo (a veces llamado populismo, otras, peronismo, progresismo, chavismo, comunismo, nazismo, etc.), pude ser tanto de izquierda como de derecha. El nacionalismo no es sino un socialismo de derecha; más que una ideología es un sentimiento primitivo y pasional, arrebatador de lágrimas y tambores redoblantes. Conduce a la xenofobia, a la intolerancia racial y religiosa y al proteccionismo económico. El nacionalismo se funda en la convicción de que la patria propia es mejor patria, más grande y más justa que la patria de los otros, sofisma que bajo ciertas condiciones sociales y políticas termina inexorablemente en guerras contra hermanos de otras patrias.
Soy liberal, pero un liberal cultural, que cree que se puede discutir y revisar toda la doctrina del liberalismo, con excepción de tres de sus postulados epistemológicamente irrebatibles: El primer axioma de la praxeología; la teoría subjetiva del valor; y la interdependencia de los fenómenos del mercado. Todo lo demás es materia opinable que puede debatirse libremente, pero siempre con espíritu amigable y abierto. Detesto el absolutismo liberal que recurre al “liberalómetro” ante el menor cuestionamiento de algún dogma “sagrado".
·
No creo
que las únicas funciones del Estado sean la seguridad,
la Justicia y la Defensa. Ese dogma, inamovible desde el siglo XIX,
debe ser replanteado pensando en el liberalismo posible para el siglo XXI..
Creo en la educación elemental pública, obligatoria, laica y costeada por toda la comunidad (advertirán que no dije “gratuita”). La escuela estatal debe competir con la escuela privada y ambas constituirse en alternativas de calidad para que la sociedad elija libremente dónde educar a sus hijos.
La institución universal de los derechos humanos es obra del liberalismo, y es a través de ese claro cristal que debemos analizar lo que nos ocurrió a los argentinos en los años setentas. Los militares y civiles que en la represión antisubversiva iniciada en 1975 (bajo el gobierno de Isabel Perón), cometieron delitos de lesa humanidad, deben pagar sus crímenes de acuerdo con la ley, aunque se llegue tardíamente, como es el caso de Milani o de la CNU de Mar del Plata. No los defendamos porque no fueron héroes, fueron criminales. Pero también incluyo entre los delitos de lesa humanidad a los secuestros, atentados y asesinatos perpetrados por las bandas terroristas, algunas llamadas por Perón “formaciones especiales”, (Perón les escribió a los Montoneros
Carta de Perón a los Montoneros |
Estoy a favor del matrimonio igualitario. Respeto a los homosexuales y transexuales porque son seres humanos como yo, con derecho a su identidad de género y a vivir conforme sus inclinaciones personalísimas. Puedo ser amigo de un homosexual, pero no puedo serlo de un homofóbico porque la homofobia es por definición intolerancia y violencia.
Rechazo
el aborto porque es matar a una criatura indefensa, aunque no juzgo a la
mujer desesperada que recurre a esa terrible solución ante un embarazo no
deseado.
Repudio a la pedofilia porque es un ultraje horrendo a la niñez y una afrenta gravísima a la condición humana. Es el único pecado que, según el Evangelio, Dios no perdonará jamás (clic). (Trascendió recientemente que el papa Francisco estaría evaluando reducirles el castigo canónico aplicado a cientos de curas pedófilos. El sabio papa anterior, Benedicto XVI, les había negado toda clemencia durante su corto y lúcido pontificado)
Repudio el maltrato a las mujeres. Me declaro feminista si por “feminismo” se entiende no una forma de sexismo opuesta al machismo sino la búsqueda de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.
Esta es
mi manera de pensar, puedo estar equivocado y tal vez con el tiempo me
rectifique en algunos puntos. Podemos convivir pensando distinto, sin embargo hay personas que no son capaces de soportar las ideas que he expuesto. A ellas les pido que por favor me borren de las redes sociales (facebook,
Twitter y G+, que son las únicas que conservo), que dejen de visitar este blog y mi sitio oficial, y que me
hagan saber que desean ser borrados de mis contactos de correo electrónico. Y todos contentos. Les prometo que
no habrá penas ni olvidos. A los demás, aunque no piensen como yo, si aceptan
el intercambio civilizado y amable de ideas y opiniones diversas, mi respeto y mi sincera amistad.
La experiencia en las redes sociales no tiene por qué ser traumática, al contrario, debe resultar intelectualmente enriquecedora, un foro de intercambio de ideas y conocimientos. Pero debemos trazarnos un plan para manejarlas, decidir el tiempo diario que le habremos de dedicar, y asegurarnos que no se convertirá en una plataforma de conflictos y disgustos diarios.
Enrique Arenz
Marzo de 2017
(Se permite su reproducción. Se ruega citar este blog)
La experiencia en las redes sociales no tiene por qué ser traumática, al contrario, debe resultar intelectualmente enriquecedora, un foro de intercambio de ideas y conocimientos. Pero debemos trazarnos un plan para manejarlas, decidir el tiempo diario que le habremos de dedicar, y asegurarnos que no se convertirá en una plataforma de conflictos y disgustos diarios.
Enrique Arenz
Marzo de 2017
Suscribirse a:
Entradas (Atom)