domingo, 15 de mayo de 2011

El diario La Capital de Mar del Plata me hizo este breve reportaje


  • Quienes me conocen saben que no acepto reportajes periodísticos, entre otras razones porque no soy ingenioso ni habil en las respuestas inmediatas. Por eso prefiero limitarme a escribir que es lo que hago pasablemente bien. Pero en esta oportunidad accedí con gusto a responder un cuestionario de ocho preguntas que aparece todos los domingos en el suplemento Cultura del diario marplatense La Capital. La nota se publicó el domingo 15 de mayo. La comparto con ustedes.

Ocho preguntas para Enrique Arenz*: 

1) ¿Qué error le molesta más advertir en un texto literario y cuál es el último que halló en el libro que está leyendo o que acaba de leer?

En Henry James, Isaac Singer y Chejov, que son algunos de mis predilectos, no encuentro errores, salvo en las traducciones. En cuentistas contemporáneos me fastidia la falta de unidad en el desarrollo de la narración. En los diálogos en general me molesta que todos los personajes hablen igual, sin diferenciaciones individuales. No me gusta la retórica presuntuosa, el "leísmo" en los autores españoles, y dos defectos graves: los adjetivos innecesarios y las diarreas adverbiales. Actualmente estoy leyendo La olmo del paseo, de Anatole France,  y el único defecto que hallé es la letra demasiado chica.

2) ¿Qué situación de su vida cotidiana encontró reflejada con sorpresiva exactitud en un libro, una película, una canción o cualquier otra obra de arte?

Cuando leí El Túnel de Sábato, hace casi treinta años, me sentí identificado con el personaje Juan Pablo Castel. Eso me inquietó durante mucho tiempo porque Castel es un artista plástico solitario y neurótico que termina matando a la mujer que ama porque no puede comunicarse con ella. Pero una frase de Roland Barthes me devolvió el sueño: "La neurosis es un mal menor; pero ese mal menor es el único que permite escribir"

3) ¿De qué lugar, personaje común o circunstancia en general que ofrece Mar del Plata se apropiaría para incorporarlo como pasaje central de alguna de sus obras?

Ya lo hice. En mi novela Marplateros describí personajes y lugares de Mar del Plata. La avenida Colón de los años cincuenta, entre 1º de Mayo y Marconi, ha sido mi cantera, tal vez porque allí transcurrió mi infancia. La calle era de tierra y estaba siempre inundada y llena de sapos que cantaban a coro toda la noche. En ese arrabal ocurrieron homicidios y sucesos extraños que he utilizado en esa novela.

4) ¿Cuál es el mejor diálogo que recuerda entre dos personajes de ficción?

Hay un capítulo en la novela Madame Bovary, de Flaubert, en la que se superponen tres escenas simultáneas: Rodolfo conversa con Emma en la habitación del primer piso mientras desde la plaza se escucha el mugido del ganado, y el discurso ampuloso de un funcionario frente a un gentío. Todo en forma simultánea, en un alarde técnico increíble. Los diálogos de esa novela son los mejores que he leído. Flaubert trabajaba el texto hasta la extenuación.

5) Si le permitieran ingresar en una ficción y ayudar a un personaje, ¿cuál sería y qué haría?

Me metería en Autopista del Sur, de Cortázar, para impedir ese final exasperante en el que el ingeniero del Peugeot 404 pierde de vista a la muchacha del Dauphine poco después de que los automóviles atascados durante días comienzan a avanzar y otros vehículos se interponen entre ellos. ¿Cómo no se le ocurrió anotar la dirección o el teléfono de la mujer cuando ambos vivieron un romance durante el largo embotellamiento? Ese cuento es demasiado bueno para terminar así. 

6) ¿Recuerda haber robado un libro alguna vez? ¿Cuál o cuáles?

Nunca robé nada, menos robaría un libro, tesoro del que algunos intelectuales se apoderan sin culpa y hasta con jactancia. Aunque sí he dejado de devolver libros que me prestaron, una forma más discreta de cultivar la "amistad" por lo ajeno. El último fue J. S. Bach, el músico poeta, de Albert Schweitzer, pero ahora que lo dije tendré que devolverlo.

7) Un extraño hongo se esparce por su biblioteca y consume de manera irrefrenable los libros. Solo dispone de unos segundos para actuar y salvar a tres de ellos. Lo que usted hace para ganar tiempo es arrojar a la voracidad del hongo a otros tres libros. ¿Cuáles serían los sacrificados y cuáles los salvados?

Arrojaría sin pensarlo: Drácula, de Bram Stoker; Abaddón, el exterminador, de Sábato y Adán Buenos Aires, de Marechal. Salvaría: Otra vuelta de tuerca, de Henry James; La Acción Humana, de Ludwig von Mises; y cualquier libro de Borges que pudiera manotear.

8) Se le concede la extraordinaria excepción de hacerle una única pregunta a uno de sus tantos escritores predilectos. ¿Qué le preguntaría?

Le preguntaría a Julio Cortázar cuál es su secreto para lograr las atmósferas de tensión extrema en cuentos como Casa tomada e Instrucciones para John Howell, donde al final uno queda desconcertado sin saber qué ha pasado, pero siente que vivió algo innombrable que perdurará en su recuerdo para siempre. Pero yo sé que esa pregunta no tiene respuesta.

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* Enrique Arenz nació en Mar del Plata en 1942. Es escritor con ocho libros publicados en los géneros novela, cuento y ensayo. Fue columnista de opinión del diario La Prensa entre los años 1984 y 1994. Es también colaborador del diario La Capital y otros medios gráficos y digitales. En este diario lleva publicados diecisiete cuentos de Navidad escritos en diciembre de cada año desde 1994. En su página web (www.enriquearenz.com.ar) pueden leerse todos sus textos. Su último libro es Historias de Tierra Santa, un conjunto de cuentos inspirados en un viaje que realizó a Israel, Cisjordania y Roma en diciembre de 2008.