sábado, 2 de febrero de 2013

La lección de un maestro


LUIS N. FABRIZIO, UN POLÍTICO HONORABLE QUE SE DEDICÓ 
A ESCRIBIR
por Enrique Arenz 

Luis Nuncio Fabrizio
Daba gusto conversar con él. Además de culto, amable y buena persona, era un auténtico demócrata respetuoso de las ideas y opiniones de los demás. Uno podía sentarse a tomar un café con este socialista convencido y hablar de política sin que el menor atisbo de intolerancia amenazara con arruinar el encuentro.
Si había un pluralista cultor del diálogo, ese era Fabrizio. Tenía la viva curiosidad por conocer el pensamiento de su ocasional interlocutor y tomaba seriamente su punto de vista. Y poseía una rara habilidad: cuando el apasionamiento del otro amagaba con poner algo tensa la conversación, cambiaba de tema de manera suave, respetuosa, casi imperceptible. A veces con sentido del humor, que era su mejor barrera a la incipiente tirantez. El intercambio de ideas y la destreza para evitar asperezas o discusiones, eran en él un arte superior. Hablar mal de alguien o mostrar la sangre de alguna de sus heridas no era música de su repertorio. Disfrutaba de la conversación amigable, ya fuera con peronistas, marxistas o liberales como yo.
Nos conocíamos del barrio, Colón y La Pampa, donde él tenía su carpintería. Habrá sido en 1957 o 58, aunque por entonces yo era un adolescente y por eso no tuvimos un trato muy cercano. Cuando desilusionado por ciertas ingratitudes y negaciones se alejó de la política activa y comenzó a escribir ficciones fue cuando nos hicimos amigos y comenzamos a vernos cotidianamente.
Nunca antes él había escrito narraciones, aunque sí ensayos políticos y muchas buenas notas periodísticas. Su iniciación en el cuento y la novela fue una sorpresa para mí, y presumo que también para muchos de sus amigos. Estaba entusiasmadísimo con su nuevo oficio, pero tenía la suficiente humildad como para saber que necesitaba aprender muchas cosas. Concurrió al taller literario de Marcela Predieri, y más tarde se unió a un grupo de escritores independientes que buscaba saludablemente el hábito de la corrección incansable y el perfeccionamiento técnico de la escritura.
Si siempre había escrito bien, con claridad, sencillez y buena prosa, aprender el oficio de la escritura creativa de la mano de un taller prestigioso no podía sino producir, en un hombre inteligente y buen lector como Fabrizio, una notable y rápida transformación. ¡Pero lo destacable, la gran lección que nos dio a todos, es que cuando comenzó esta gran aventura literaria ya tenía cerca de ochenta años!
Si a lo largo de su vida Fabrizio fue un político honorable, gerente de varias empresas comerciales y, sobre todo, un esforzado trabajador que dejó varios dedos de su mano derecha entre el aserrín de una sierra de carpintería; si fue, además, un hombre íntegro a la hora de reconocer y hacerse cargo de errores y desaciertos en algunas decisiones políticas que involucraron a muchos y no solamente a él, ¿qué debiéramos decir de sus últimos diez años? Que fue sencillamente ejemplar: en la vejez encaró la vida con una nueva pasión, una nueva perspectiva para canalizar su sensibilidad social: la literatura.
En su libro La redención alcanzada. Una historia de Mar del Plata, publicado hace siete años, Luis Fabrizio exhibe sorprendentemente el potencial de su capacidad narradora. Ese libro es la mejor demostración de que no hay edad para iniciarse en la creación artística si se tiene entusiasmo “juvenil”, ganas de alcanzar metas difíciles y tenacidad en el trabajo, virtudes que por un prejuicio generalizado el mundo suele dar por extinguidas en la gente mayor.
La enfermedad traicionera que lo invalidó en los últimos años nos ha privado no solo del amigo dolorosamente ausente en la mesa de café, sino de las historias que tenía dando vueltas en su cabeza y que proyectaba escribir y publicar. Eso se ha perdido, pero no lo que dejó publicado que siempre releeremos, sus cuentos aparecidos en La Capital que seguramente se reeditarán ni su admirable ejemplo de amor por la vida productiva y el trabajo entusiasta. Su lección nos ayudará a reírnos de nuestros cotidianos tropiezos y a no caer en el desaliento
ni en el rencoroso rumiar de ingratitudes e imposturas.

*  *  *

Información complementaria para saber a qué me refiero cuando hablo de ingratitudes e imposturas:
Luis Fabrizio fue diputado provincial y nacional, concejal municipal, delegado municipal del Puerto y dos veces intendente de Mar del Plata por el entonces Socialismo Democrático. Fue un hombre de bien y un político de gran vocación por servir a su comunidad. Ganó la Intendencia Municipal en 1973, cuando solamente en dos ciudades de la provincia de Buenos Aires, una de ellas Mar del Plata, el peronismo resultó derrotado. En 1976 fue desalojado por el golpe militar, y en 1981, nombrado nuevamente al frente de la comuna por el mismo gobierno que lo había sacado. Haber aceptado ese ofrecimiento siempre lo mortificó, y reconoció públicamente que fue una equivocación de la que él se declaró único responsable. Sin embargo, había sido una multitudinaria asamblea del socialismo local la que lo autorizó y lo instó casi por unanimidad a asumir ese compromiso. Por su parte el Partido Socialista en el orden nacional, presidido por Américo Ghioldi, lo presionó para que accediera a volver al cargo que había ganado anteriormente por el voto popular. Muchos socialistas regresaron felices de la mano de Fabrizio a sus puestos de altos funcionarios municipales, pero luego, ya en democracia y con la unificación del Socialismo Democrático con el Popular, algunos de esos correligionarios lo culparon acremente por la pérdida del capital político de ese partido como consecuencia de aquella errónea determinación colectiva. Era tal su hombría de bien que cargó en silencio sobre sus espaldas una "culpa" que era de todo el Socialismo Democrático y no solamente suya.
El colmo fue cuando no hace mucho el Partido Socialista difundió un listado de los muchos intendentes socialistas que había tenido la ciudad, desde el primero que fue don Teodoro Bronzini en 1919. Una larga lista, casi todos buenos intendentes. No estaba el nombre de Fabrizio. Jamás le escuché una palabra de reproche.

Se permite su reproducción

jueves, 15 de noviembre de 2012

Mi nuevo libro con historias de Navidad

RESEÑA, PRÓLOGO Y CONTRATAPA 
DEL LIBRO 
MÁGICA NAVIDAD
24 cuentos para leer en diciembre
EDITORIAL DUNKEN

E
n este libro he reunido todos mis cuentos de Navidad publicados, y ha incorporado otros inéditos que escribí expresamente para completar el número alegórico de veinticuatro. Esa cifra tiene un propósito: ofrecer una lectura para cada día de diciembre, desde el primero hasta que llegue la Nochebuena.

“Permítanme que haga una mención especial a mis cuentos de Navidad ─escribí recientemente en un artículo publicado en este blog─: es lo único que me enorgullece de todo lo que he escrito. Amo esas pequeñas narraciones porque sé que con ellas toqué el corazón de mucha buena gente. Escribí veinticuatro cuentos de Navidad (acabo de terminar los cuatro últimos), todo un récord cuantitativo en ese género literario que el tratadista francés Louis Vax definió como “fantástico edificante”, y que han abordado casi todos los grandes escritores, aunque ninguno le dio demasiada importancia, con excepción de Dickens y Emilia Pardo Bazán. Me propongo reunirlos todos en un libro de próxima aparición
.
Ese libro prometido ya está en las librerías. Desfilan por estas historias personajes de todas las condiciones humanas: pobres y acomodados, ancianos, jóvenes y niños, solitarios, melancólicos y marginales, todos ubicados en el mundo real, con sus problemas y angustias terrenales, hasta que se cruzan en una Navidad con un fenómeno extraordinario. No faltan los animales y hasta los seres sobrenaturales, todos en tramas que emocionan e inducen a la reflexión. He intentado que estos cuentos nos hagan volver al mundo de la niñez, nos lleven a recorrer la vieja calle y a sentarnos de nuevo en aquella mesa grande de Nochebuena compartida con nuestros padres y abuelos, en un vuelo mágico hacia los recuerdos.
El periodista y antólogo literario Miguel Vendramin me honró accediendo a escribir la contratapa de esta edición:


CONTRATAPA 
“El escritor y periodista Enrique Arenz se caracteriza por escribir, desde hace tiempo, un cuento de Navidad anual. Lo publica en diciembre, un domingo antes de esta festividad, en La Capital, el diario más importante de la ciudad de Mar del Plata, donde vive.
“Contrariamente a lo que sucede en los países anglosajones, no es habitual en el ámbito rioplatense escribir este tipo de relato, salvo contadas excepciones, como los “Cuentos de Nochebuena” (1946) del escritor uruguayo Augusto Mario Delfino, que vivió y murió en nuestro país, o dos excelentes cuentos del recordado Manuel Mujica Lainez.
“Enrique Arenz reúne en este libro 24 cuentos- uno por cada día de los veinticuatro que preceden a la Navidad- en los que están presentes tres virtudes que son el espíritu de estas Fiestas: fe, esperanza y caridad. La soledad, el desamor, los chicos de la calle, las villas miserias, el abandono de los jubilados o el contraste entre quienes tienen mucho y aquellos que no tienen casi nada, son la materia que componen la mayor parte de estos relatos. Pero la imaginación y la destreza narrativa del autor logran darle, sin excepción, un giro que sorprenderá al emocionado lector.
“Enrique  Arenz  logra en estos cuentos mantener la magia siempre renovada de la Navidad, en la que aún los milagros pueden ser posibles”

Miguel Vendramin
 

Prólogo del autor

ADVIENTO: UN TIEMPO DE PRODIGIOS Y MISTERIOS


Navidad es un tiempo mágico que comienza el primer domingo de Adviento, cuatro semanas antes del 25 de diciembre.
La experiencia nos enseña que Adviento es la época de los milagros precedidos o rodeados de misteriosos acontecimientos. Varias leyendas antiguas nos dicen que entre los mensajeros celestes hay una legión especial: la de los ángeles de la Navidad. Otras opiniones sostienen que todos los ángeles reciben por igual la misión de bajar a la Tierra a partir del primer domingo de Adviento para asistir a las personas que están en dificultades.

Lo curioso es que estos heraldos adoptan diversas formas para cumplir sus difíciles, y en muchas ocasiones, imposibles misiones. A veces toman la apariencia de un ser humano normal, generalmente un mendigo, un anciano, un niño. Siempre de aspecto humilde y sencillo. En la Navidad, invariablemente, predomina la humildad y la simpleza, porque, como escribió el poeta francés Paul Claudel, “Navidad es humildad: la humildad maravillosa de un Dios que desciende del cielo por amor y se hace carne humana”.

Otras veces, y es curioso la cantidad de casos que se han reportado, tienen la forma de animales (particularmente perros y gatos), a cuyos gestos, miradas y actitudes hay que estar en esos días muy atentos.

Si es que han venido a ayudarnos, seguramente en algún momento del Adviento se nos van a cruzar. Casi nunca nos anuncian que están aquí, somos nosotros los que debemos descubrirlos, y para lograrlo debemos tener el corazón abierto a las manifestaciones sobrenaturales. Lo peor que nos puede ocurrir es que estemos distraídos, escépticos o tan absortos en nuestros intereses terrenales, que dejemos pasar a ese mensajero sin notarlo.

Por eso la antigua tradición europea indica que cada domingo de Adviento debemos encender una vela en nuestros hogares. Es una manera de recordarnos a nosotros mismos que en ese instante lo terrenal y lo sobrenatural se están superponiendo para producir sucesos extraordinarios.
Por mi oficio he escuchado infinidad de historias de Navidad ─de hecho muchos de los cuentos de este libro están inspirados en experiencias verdaderas (tres de ellas, personales) ─y puedo asegurar que los milagros son reales y que suelen producirse durante las semanas previas a la Nochebuena. Definitivamente los milagros de Navidad existen.

 La modesta pretensión de este libro es ofrecer una lectura para cada día de diciembre, hasta que llegue Nochebuena. Aquí se han reunido todos mis cuentos de Navidad, los que fueron publicados y los que escribí especialmente para completar esta colección. Son veinticuatro historias para reflexionar, emocionarse, sonreír y mantener en alto el espíritu navideño durante el mes más esperado del año.


                                                                

viernes, 3 de agosto de 2012

Entre el abolicionismo y la venganza


¿NO HAY REINSERCIÓN SOCIAL PARA 
LOS MILITARES ANCIANOS?

Por Enrique Arenz
Víctor Hortel es el director penitenciario que lleva a pasear a los condenados por los populosos y festivos “actos culturales” kirchneristas organizados por el insólito “Vatayón militante”. Hortel dice, y Cristina lo ha respaldado expresamente, que lo hace para que los presos se resocialicen o reinserten en la sociedad. Y en una reunión grabada expuso claramente sus ideas abolicionistas: "No debe haber mejores cárceles sino menos cárceles". El abogado penalista que piensa así es nada menos que el funcionario que dirige el sistema penitenciario federal. Y lo que es más grave: los jueces de sentencia le han estado respondiendo disciplinadamente.
Pues bien, este señor fue el mismo que hizo trasladar a Videla desde Campo de Mayo a Marcos Paz, "para que no haya privilegios", justificó. Verdadero acto fallido que desnudó su amor por los criminales y su desprecio profundo por todo aquel que vista un uniforme.
Yo a Videla no lo defiendo. Los que me conocen saben que como seguidor del ingeniero Alsogaray censuré el golpe del 76 que jamás debió llevarse a cabo, y que como columnista de opinión económica critiqué en “Correo de la Semana” de Francisco Manrique y otros medios gráficos la desastrosa política económica de Martínez de Hoz, bastante parecida a la que tenemos ahora: inflacionaria, dispendiosa, coercitiva y con rígidos controles y fuerte retraso cambiario. (Hacer clic para leer dichas notas). Pues bien, tengo autoridad moral para decir esto: el general Videla fue el principal organizador de ese golpe innecesario, y, ¿qué duda cabe?, el máximo responsable de los bárbaros métodos utilizados para reprimir el terrorismo.  
Pero Videla tiene 85 años y la ley prevé condiciones de prisión atenuadas para los ancianos. Entre estas condiciones está la prisión domiciliara que no es ningún privilegio sino un legítimo derecho establecido por la ley. Privilegios son los que el señor Hortel, que se autodefine como "un negro de mierda peronista", les ha venido concediendo al baterista de Callejeros, a un barrabrava asesino y a otros presos kirchneristas de similar peligrosidad.
El pretexto es la reinserción social. Muy bien, supongamos que se trata de un objetivo loable que, según las formas, todos podríamos llegar a compartir. Pero hagámonos una pregunta honesta: los militares condenados por delitos de lesa humanidad, muchos de los cuales tienen más de ochenta años y llevan décadas entre rejas, ¿no tienen el mismo derecho de reinsertarse en la sociedad?  Los están dejando morir en la cárcel, no reciben atención médica con la celeridad necesaria que resulta impracticable por el lento sistema de seguridad carcelario, y ya fallecieron en penosas y humillantes condiciones de cautiverio ciento sesenta y cinco viejos. (Datos confirmados al 7/8/12)
Y no estoy insinuando que no se merezcan las condenas que recibieron ni los estoy exculpando de sus graves responsabilidades, sobre todo a los oficiales superiores que eran los que mandaban y sabían muy bien lo que hacían. Pero es un deber moral preguntarnos: ¿por qué algunos condenados tienen derechos de reinserción social, aunque hayan quemado viva a la esposa, mientras que otros son destinados a morir miserablemente en un calabozo?

  
Me llama la atención que los actuales mandos de las fuerzas armadas, la oficialidad joven, las nuevas promociones, sus familias e instituciones que los agrupan, acepten silenciosamente este inhumano castigo. Parecería que se han desentendido de sus camaradas en desgracia, que sólo se preocupan por sus ascensos e internas y que no tuvieran otro objetivo que sobrevivir al estilo Scioli, haciendo silencio y agachando la cabeza. Y también me llama la atención que el periodismo independiente (con excepción de La Nación, que ha publicado editoriales valientes) no haga jamás un comentario sobre esta discriminación legal que beneficia a unos presos con fiestas murgueras que hieren a las familias de sus víctimas, y perjudica a otros con un ensañamiento feroz.
Es evidente que los militares en actividad temen recibir el rayo del escarmiento Kirchnerista, y que al periodismo no oficialista, que tiene mucha cola de paja, lo aterra ser señalado como apologista del proceso militar. Pero no se trata de levantarse en armas ni de hacer planteos reivindicativos del mal llamado "terrorismo de Estado" ni de organizar conspiraciones destituyentes. Simplemente hay que hablar, hay que decir las cosas como son. Hay que peticionar, razonar en voz alta, denunciar las injusticias. Las fuerzas armadas debieran hacerlo institucionalmente; el periodismo, periodísticamente. Si estamos en democracia, por muy autoritario y prepotente que sea este gobierno, por mucho que nos meta miedo, hay que hacer coraje y decir lo que pensamos sin ponernos a calcular las consecuencias.
No podemos permanecer indiferentes y consentir calladamente que sigan muriendo ancianos militares en calabozos supervisados por este “negro de mierda peronista”, porque eso no es Justicia, eso es venganza, y de la peor especie. 
(Se permite su reproducción. Se ruega citar este blog)

jueves, 10 de mayo de 2012

Un corazón apuñalado

EL MARPLATENSE QUE VOLTEÓ LA PIEDRA MOVEDIZA DE TANDIL
Cuento de Enrique Arenz

“El mito es la última verdad de la historia,
lo demás es efímero periodismo”
Jorge Luis Borges

La piedra movediza de Tandil se desbarrancó misteriosamente el 29 de febrero de 1912. Nadie pudo determinar la causa ni la hora exacta.Hubo muchas hipótesis. La más exculpatoria aseguró que la piedra siempre se estuvo cayendo y que su base finalmente se pulverizó. Otras, más realistas, acusaron a las detonaciones de las canteras vecinas, y hasta se insinuó que algún minero de las inmediaciones gastó un par de cartuchos para poner fin a la molesta presencia de curiosos.

IMÁGENES DE LA PIEDRA MOVEDIZA
 
Esta es una fotografía anterior a 1912. Es desesperante comprobar en estas imágenes el poco respeto que se le tuvo a este monumento lítico único en el mundo. Vean a estas dos personas: la primera está con un pincel para pintar sobre ella grafitis, mientras la otra tiene en la mano una botella, evidentemente para ponerla debajo y verla estallar.


Esta foto la tomé yo en mi visita reciente (abril de 2012) Se trata de la verdadera piedra movediza caída un 29 de febrero de hace exactamente cien años. Todavía quedan los rastros de los innumerables grafitis que le escribían los turistas. 



Esta antigua fotografía fue muy publicada en las revistas y diarios de la época: Un acróbata italiano hace contorciones en el vértice superior de la roca mientras una multitud lo observa. Es evidente que nadie se ocupó ni se interesó en preservar esta belleza irrepetible que la mano de Dios puso en la cumbre del cerro cuando se levantó el sistema de Tandilia, cientos de millones de años atrás.
En la foto de abajo vemos a cuatro hombres empujando la piedra al unísono para ampliar sus oscilaciones.





Una vista del Cerro. Un lugar paradisíaco que se encargaron de depredar las canteras de piedra.




Una vista de la ascención al Cerro. Los visitantes deb en subir por una antigua escalera de piedra.




Un gran bloque de piedra que hay que rodear para ascender el Cerro, La gente sube para ver la réplica de la piedra caída en 1912 que hizo instalar la municipalidad hace tres años.











LA RÉPLICA





Esta es la réplica que hizo instalar la Municipalidad de Tandil. Está construida con un armazón de hierro y recubierta con resina y símil piedra. Por supuesto no tiene movimiento. Está atornillada a la base.
A muchos podrá gustarles, a mí me pareció un espanto. Con buena intención, no hay duda, se ha querido recrear una silueta que fue célebre en todo el mundo, pero fue como querer revivir un muerto. Resultaba más atractivo dejar el vacío y no poner esta copia. La verdadera piedra yace caída a cincuenta metros, partida en tres pedazos.
Recuerdo haber subido al cerro hace unos diez años y percibir en la cumbre vacía y la vista de la piedra caída, el misterio que siempre rodeó a ese desgraciado acontecimiento.
Si leen mi cuento, se van a enterar de quién cometió ese vandalismo y por qué.




Aquí tienen otra vista de la réplica que sí, hay que reconocer, logró la apariencia y la forma de la verdadera. Como podrán observar (en la foto anterior), la réplica está dotada de una plataforma de observación para los visitantes con barandas protectoras que no permiten a la gente acercarse. Precauciones que nunca se tomaron para preservar a la verdadera piedra. (Aunque eran otras épocas)




Este es una antigua postal de 1909.
Cuando Mar del Plata sólo era un balneario exclusivo para millonarios, Tandil recibía turistas de todo el país y de Europa durante todo el año. El atractivo de la única piedra de 300 toneladas existente en todo el ancho mundo suspendida en el borde de un cerro en estado de equilibrio dinámico, que se balanceaba imperceptiblemente con el impulso del viento excitaba la imaginación de las personas de ese tiempo. Nadie se explicaba el fenómeno, y hasta el día de hoy no existe una conclusión científica que establezca el origen y las condiciones que crearon esa maravilla. Mi interés por la piedra movediza se debe a que mis padres hicieron su viaje de luna de miel en Tandil en 1941, por lo cual yo inicié mis primeros días de gestación en esa bella ciudad.



Esta imagen fue expresamente realizada para el cuento del autor "El marplatense que volteó la piedra movediza de Tandil" (Se prohíbe su reproducción)